Loma de los Ahorcados o Alto de San Lazaro
Allí pagan sus mandas a San Lázaro y a la Virgen de Chiquinquira, consistentes en salves y misas y hacen la romería y fiestas religiosas con solemne procesión.
Terminada la promesa, los campesinos salen de la ermita de San Lázaro y se encaminan a tomar chicha y a comerse los sabrosos piquetes.
En las horas de la tarde, los campesinos descienden del Alto de San Lázaro y emigran a sus ranchos.
Es costumbre de los tunjanos, el decir que cuando los indios bajan de San Lázaro, "se llevan el frío en los pies", lo cual signifíca que a partir de esa época, se inicia en Tunja una moderación de la temperatura rígida que azota los meses de julio y agosto en el crudo invierno.
Hay que tener en cuenta también, que en el mes de septiembre los indios chibchas de T unja celebran la Fiesta de la cosecha y hacían la ceremonia propiciatoria y el sacrificio de los moxas en las famosas piedras de Tras del Alto por la vía de la Loma de los Ahorcados o Alto de San Lázaro.
El 7 de agosto de 1819, en las primeras horas de la mañana, el Libertador Simón Bolívar con su estado mayor, observó con sus anteojos de campaña, la vía que seguían las tropas españolas, comandadas por el Coronel José María Barreiro.
Desde el Alto de San Lázaro, el Libertador enrutó al Ejército Libertador para su triunfo definitivo que culminó en la Batalla del Puente de Boyacá.
Con esta Batalla, la más importante en el área septentrional de Suramérica, se facilitó el desarrollo de las Campañas de Venezuela, Quito, Perú y Alto Perú, que llevaron a la independencia definitiva de las colonias americanas en relación con la metrópoli. En ésta, la importancia del Alto de San Lázaro en la consolidación de la Libertad y la Independencia de Colombia.
En el siglo XIX, se recuerdan también las tomas militares de Tunja en las Guerras civiles, como la que ocurrió en el año 1861, cuando el General Leonardo Canal se tomó a Tunja desde el Alto de San Lázaro, en la llamada Guerra de la Semana Santa.
JUSTICIA y LIBERTAD son dos valores y fuerzas espirituales que se unen en el Alto de San Lázaro a través de la Historia.
Monumento de la Raza Indígena
En la glorieta del Norte de la ciudad de Tunja, en donde se bifurcan las vías para Sogamoso y Bucaramanga, se localiza el monumento a la Raza Indígena, con el cual se recuerda el sacrificio de Aquimín, el último Zaque de Tunja.
Según los cronistas indianos, Aquiminzaque sucedió a Quemuenchatocha en el Cacicato del Zaque de Tunja.
Los españoles hostigaban constantemente a Quemuenchatocha para que les entregara todos sus tesoros. Ante ello, el Zaque siempre hizo resistencia de silencio, pues rara vez respondía a las preguntas que le hacían; siempre el silencio ante los halagos o los rigores.
En una ocasión Quemuenchatocha dijo a los invasores: "Mi cuerpo está en vuestro poder, disponed a vuestro antojo, pero en mi voluntad mando yo".
El Zaque murió en Suesca, lleno de tristez¡ y silencio, ante la poca ayuda de los Hunzas, quienes no lo defendieron e los días de la mayor violencia en la conquista.
Los españoles nombraron a Aquimín, sobrino de Quemuenchatoch para que lo sucediera en el Zaquezasgo, y como era necesario un descendiente, los Hunzas consideraban muy importante buscar la esposa apropiada y realizar el matrimonio lo más pronto posible. La mujer escogida fue la hija del Cacique de Gámeza.
La noticia del matrimonio fue muy acogida por todos los Hunzas y los cacicatos vecinos; y para su celebración se hicieron grandes preparatos, varias comisiones de pueblos vecinos se trasladaron a Tunja.
Los españoles pensaron que se estaba preparando una insurrección indígena; pues se estaban presentando varias rebeliones contra los conquistadores; entre ellas, las de los indios muzos, sutas, saboyaes, motilones, panches y otros.
El problema principal era la escasez de las armas para afrontar la gran sublevación que se creía iba a ocurrir, como la que acaeció en México con Hernán Cortés en la llamada "Noche Triste".
El conquistador Hernán Pérez de Quesada y los miembros de la Hueste hispánica, decidieron eliminar a los caciques indígenas, posibles autores de la insurrección aborigen, según ellos era indispensa hacer justicia contra los subversivos indígenas, y dar él escarmiento para los conquistadores.
La decapitación de Aquiminzaquey sus caciques amigos se decretó en el año 1540 en la plaza mayor de Tunja, ante la picota, símbolo de la justicia hispánica.
El conquistador Hernán Pérez de Quesada envió a sus capitanes para que comunicaran al Zaque ,Aquimín sobre la última decisión. Con tranquilidad, el último Zaque de Tunja dijo a los emisarios:
"Dí a vuestro general, que le debo el gran valor de quitarme de una vez y para siempre una vida que diariamente me quitaba; y puesto que me hizo cristiano al robarme el poder temporal, no apresure tanto la muerte, ya que lo eterno nunca podrá robármelo". Y con una sonrisa de ironía despidió a los enviados que le trajeron la noticia de su muerte próxima.
Al día siguiente, en la plaza de Tunja, en presencia de todo el pueblo muisca y de los conquistadores españoles fueron decapitados Aquimín, el último Zaque de Tunja y los caciques de Toca, Samacá, Turmequé Suta y Boyacá, y otros indígenas. A otros caciques e indígenas se les dio tormento.
Así fue decapitado el último Zaque de Tunja con sus compañeros caciques muiscas. El pueblo muisca de Tunja calló ante este sacrificio; fue el silencio de la raza derrotada ante la conquista española.
como un homenaje a Aquimín, el último Zaque de Tunja, fue realizado por el escultor zipaquireño Don Miguel Sopó Duque en el año 1964.
Consta de las siguientes figuras: un hombre caído que simboliza el Cacique Aquiminzaque¡ una mujer de pie que simboliza la sangre aborigen, representada en Adeizagá, la hija del Cacique de Gámeza, la prometida para su matrimonio en Tunja.
El Paredón de los Mártires
Uno de los monumentos históricos de Tunja que es testimonio en especial del Régimen del Terror en la Guerra de Independencia en el Nuevo Reino de Granada es el Paredón de los Mártires que se encuentra ubicado en el costado norte del Bosque de la República.
Es célebre porque allí fueron fusilados los Gobernadores de la Provincia de Tunja José Cayetano Vásquez y Juan Nepomuceno Niño; y además el Teniente Coronel José Ramón Lineros el29 de noviembre de 1816.
El Régimen del Terror
En los años comprendidos entre 1815 y 1819 el Nuevo Reino de Granada recibió el impacto de la Reconquista Española en la cual se manifestó el interés del gobierno español por atraerse de nuevo a sus colonias adoptando la defensa de su derecho adquirido por la conquista.
La reconquista fue encomendada al pacificador Pablo Morillo jefe supremo de la Expedición Pacificadora, cuya misión fue poner paz en las colonias separatistas y exigir la sumisión de los vasallos americanos.
Después de la invasión pacificadora en la Nueva Granada y la toma de Santafé de Bogotá, el General. Morillo estableció tres instituciones, con las cuales se restableció régimen colonial: El Tribunal de Purificación. la Junta de Secuestros y el Consejo de Guerra Permanente.
El método utilizado en la pacificación fue el terrorismo, conformándose lo quee se ha denominado tradicionalmente "RÉGIMEN DEL TERROR", sistema utilizado desde siglos anteriores, tendiente a pacificar por la fuerza a los dominios coloniales.
El Fusilamiento de los Mártires en el Paredón
Cuentan las crónicas de la Independencia, que el 29 de noviembre de 1816, día de mercado en Tunja, se hizo un desfile por la plaza con tres mártires granadinos: Vásquez, Niño y el Teniente Coronel José Ramón Lineros; éste último reo natural de Villa de las Palmas.
Este desfile estuvo precedido por tres ataúdes y sacerdotes franciscanos. Los frailes llevaron el Santo Cristo de la Iglesia de San Francisco. llamado desde entonces el "Cristo de los Mártires".
Para su fusilamiento se escogió el solar situado frente a la Iglesia de San Laureano, a donde llegó el desfile después de partir de la casa de la Torre y pasar por el Templo de San Ignacio, a los Mártires se les hizo arrodillar para recibir la absolución y se les ató a los banquillos.
Un toque de tambor señaló el último instante de los dos últimos gobernantes patriotas de Tunja. En la descarga de fusilería, un taco encendido prendió la hoguera del Doctor Niño, y las llamas consumieron la parte superior del cuerpo.
Los restos de los Mártires de Tunja fueron enterrados en fosa común en la Iglesia de San Laureano y después llevados a la Catedral de Tunja.